Entrevistas

Pablo Simón: «La extrema derecha ha venido para quedarse»

Pablo Simón es un conocido politólogo, profesor en la universidad Carlos III de Madrid y editor del sitio web sobre política https://politikon.com. Es también doctor en ciencias políticas y sociales por la Universitat Pompeu Fabra y ha sido investigador postdoctoral en la Université Libre de Bruxelles. Tiene numerosos artículos académicos sobre política publicados, y está especializado en sistemas electorales y participación política, entre otros ámbitos.

Al Descubierto: Buenos días, Pablo Simón. Antes de empezar a entrar en materia, desde Al Descubierto siempre dejamos la primera pregunta para que el entrevistado se presente. ¿Quién es Pablo Simón?¿Cómo te describirías o definirías?

Pablo Simón: Soy Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid. Mis temas de especialización son los sistemas de partidos, los sistemas electorales y la participación política de los jóvenes y la descentralización. Por otra parte, tengo distintas publicaciones tanto académicas como divulgativas y colaboro en distintos medios de comunicación como RTVE, La Sexta, El País o la Cadena SER.

AD: Una vez hechas las presentaciones, me gustaría empezar hablando sobre un proyecto en el que tú estás, Politikon, que hace poco cumplió 10 años.

PS: Politikon fue un blog/think tank, una mezcla de los dos, que surge durante el año 2011 a partir de diferentes académicos y profesionales, sobre todo de las ciencias sociales, que tratábamos de incidir en el debate público haciendo un proceso de transferencia de conocimientos de la academia al conjunto de la sociedad.

No existe una solución evidente para las izquierdas sobre cómo articular esta relación de cooperación porque es todavía una situación muy móvil y muy difícil y, por lo tanto, tendremos que esperar.

Éramos diferentes partes en el colectivo pero ahora está más parado porque la mayoría de nosotros tenemos otras actividades docentes, profesionales… y esto era sin ánimo de lucro. Cumplió su función con éxito: conseguir que el debate público se enriqueciera con contribuciones desde el marco de las ciencias sociales.

AD: Entrando ya en el terreno de la actualidad política, se está hablando mucho de un posible frente amplio liderado por Yolanda Díaz. Quisiera saber cómo valoras esta posibilidad a la hora combatir a la extrema derecha desde dos ámbitos distintos: en primer lugar, en materia de movilización, es decir, ¿crees que puede llegar a alcanzar a nuevo electorado que no esté actualmente participando en política o que no esté votando? Y, en segundo lugar, ¿cómo crees que puede afectar en cuanto a representación vinculando esto con el sistema electoral?

PS: En concreto me estás hablando de una suerte de coalición preelectoral que podría incorporar partidos a la izquierda del PSOE, y, por defecto, a Unidas Podemos, a algunas confluencias de carácter territorial y todavía no se sabe si además a otras formaciones con personalidad propia como por ejemplo Compromís o Más Madrid.

Esta operación tiene dos patas diferentes: La primera es saber en qué medida esta agregación de diferentes partidos pudiera cumplir un objetivo fundamental que es alcanzar un 15% de votos en el ámbito estatal. Sabemos que aquellos partidos de ámbito estatal que consiguen menos de un 15% se ven penalizados a la hora conseguir representantes en el Congreso de los Diputados, sobre todo en las provincias pequeñas y medianas.

Ahora mismo, Unidas Podemos, como marca autónoma, se encuentra en los sondeos entre un 8-10% de los votos y en las últimas elecciones tuvo aproximadamente el 12%, por lo que el sistema electoral ya empieza a hacerle daño. Una cuestión fundamental es saber en qué medida esta plataforma podría agregar voluntades y no perderlas para acercarse a ese umbral. Esa es una primera incógnita para la que no tenemos una respuesta evidente todavía porque estamos lejos de las elecciones y esto depende de quiénes se incorporen, de cómo se hiciera dicha incorporación, quiénes compusieran las listas… 

Por otro lado, en primer lugar, está la cuestión de saber si Yolanda Díaz como candidata, que sabemos que es muy popular y la más valorada dentro del gobierno, conseguiría expandir las fronteras de su electorado o no. Lo que nos indican algunos sondeos es que lo podría hacer, pero no sabemos si lo suficiente como para para llegar al umbral del 15%.

En segundo lugar, no sabemos si el movimiento de Yolanda Díaz tendría capacidad de movilización de electores nuevos, que creemos que menos, pero sí que tendría una mayor capacidad para robar electorado al PSOE. Si esto es así, puede producirse una curiosa paradoja: que Yolanda Díaz robe electorado al PSOE y esto ayude a que el PP sea la fuerza más votada.

¿Existe una solución? No. No existe una solución evidente para las izquierdas sobre cómo articular esta relación de cooperación porque es todavía una situación muy móvil y muy difícil y, por lo tanto, tendremos que esperar. Es una iniciativa que está actualmente en curso y que comportará una resistencia orgánica importante. Es cosa conocida que la relación entre los dirigentes de Unidas Podemos y la propia Yolanda Díaz no es buena y, por lo tanto, no sabemos todavía cómo se haría, con qué fórmula, si finalmente aceptaría ser candidata… Hay muchas variables y muchas incógnitas.

Todo esto no es tanto para combatir a la extrema derecha como para permitir que no gobierne. Si la izquierda se coordina mejor es más difícil que PP y VOX puedan sumar.

AD: Respecto a una de los últimos elementos que has comentado, me gustaría preguntarte por la relación que crees tú que interesaría que tuvieran los partidos dentro de un mismo bloque. ¿Conviene que tengan relaciones de cooperación o más bien relaciones de competencia donde poder maximizar un electorado distinto?¿Cuál sería la mejor fórmula teniendo en cuenta que luego tendrían que intentar gobernar en bloque, tanto por parte de la derecha como por parte de la izquierda?

PS: Tú mismo estás dando la respuesta. En un entorno de competición bi-bloque ahora mismo no importa sólo ser el cabeza de uno de los dos, sino también  que tu socio no se descabalgue para que puedas sumar con él. Es verdad que la izquierda tiene una ventaja estructural, y es que la izquierda en principio puede gobernar apoyada por nacionalistas e independentistas más fácilmente.

Sin embargo, si la derecha le saca a la izquierda en torno a 6-7 puntos como dicen algunos sondeos hoy, eso sí sería suficiente para que la derecha pudiera sumar. Es una relación complicada como ocurre con cualquier escenario multipartidista, porque se compite con quien se quiere gobernar, por lo que es inevitable que haya relaciones tirantes y que no sea fácil.

Si uno considera que los valores democráticos están ligados a una serie de concepciones más profundas como pluralismo, tolerancia…nos acercamos a una concepción de la democracia más militante, y es ahí donde la ultraderecha choca.

Estas relaciones se deterioran, sobre todo, cerca de los procesos electorales. Es una relación en la que tienen que sumar, pero al mismo tiempo tienen que pelear por intentar apropiarse de los méritos, de las medallas de las políticas de lo que hace el Gobierno y también sacudirse la responsabilidad de aquellas que puedan ser más impopulares.

Esto es un equilibrio muy difícil y se parece mucho a la idea de cómo se comporta una manada de erizos en invierno: tienen que estar lo suficientemente cerca para darse calor y lo suficientemente lejos para no pincharse. Aquí ocurre exactamente igual. Se debe buscar un equilibrio que nunca es fácil de encontrar, y menos cuando se procede de partidos y tradiciones políticas distintas.

AD: Respecto al funcionamiento interno, ¿qué diferencias observamos entre la derecha europea tradicional surgida tras la II Guerra Mundial y la ultraderecha populista que estamos viendo en los últimos tiempos?

PS: Los partidos conservadores y demócrata cristianos son partidos con mecanismos de democracia interna, por ejemplo a través de sistemas congresuales, o incluso mediante la celebración de primarias. Los partidos de extrema derecha no tienen este tipo de procedimientos porque son partidos autoritarios también en su funcionamiento interno.

En segundo lugar, la derecha «tradicional» es más receptiva a equilibrios de poder territoriales, mientras que la derecha populista radical son más partidarios de una visión homogeneizadora. Por último, la militancia suele estar más envejecida en los partidos conservadores que en la extrema derecha.

Además, respecto a este tema, la militancia y los cuadros de los partidos conservadores tiene más relaciones con empresarios, organizaciones del tercer sector…Están más abiertos a abrirse y dialogar con gente. Por el contrario, los partidos de extrema derecha están cerrados en sí mismos, por lo tanto, son menos porosos a nuevas demandas que puedan emerger, excluyéndose así de poder ser un partido de mayorías.

AD: En muchas ocasiones se dice que la extrema derecha es un germen o un virus de la democracia, ¿hasta qué punto condicionan estas formaciones políticas el funcionamiento de las instituciones democráticas?

PS: La respuesta depende de la noción que tengamos de la democracia. Si tenemos una concepción minimalista en la que la entendemos como una serie de procedimientos electorales acotados por unas reglas del juego creíbles que deben ser respetadas, en un principio los partidos de extrema derecha serían uno más.

Ahora bien, si uno considera que los valores democráticos están ligados a una serie de concepciones más profundas como pluralismo, tolerancia…nos acercamos a una concepción de la democracia más militante, y es ahí donde la ultraderecha choca.

El elemento clave de estos partidos es que son formaciones que reducen el perímetro de lo que se debe entender como ciudadanía. Tratan de establecer una comunidad de derecho y otra que no lo es. Esa resignificación impone la exclusión de una gran cantidad de sectores sociales que pasan a dejar de estar representados por el sistema político.

Vox presenta un modelo de crecimiento electoral que obtiene buenos resultados en aquellos lugares en los que el PP está débil en la actualidad habiendo tenido históricamente buenos resultados

Además, estos partidos cuando se encuentran en el poder también erosionan los mecanismos de contrapoder, bien sea en cuanto al desmantelamiento del Estado liberal o en cuanto a la persecución de determinados sectores de la ciudadanía. Todos estos procesos acaban erosionando el funcionamiento de la democracia e incluso pueden provocar retrocesos autoritarios en el medio plazo.

AD: Pablo Simón, ¿cuáles son las causas que han determinado el surgimiento de Vox? No tanto desde un punto de vista histórico como más bien contextual, es decir, ¿por qué Vox no sale 5 años antes o después?

PS: Bueno, antes del surgimiento de Vox, lo que nos preguntábamos era el porqué del excepcionalismo español, el motivo por el que no había un partido de ultraderecha como tal en España. Es verdad que desde los años 80 esta familia se ha ido institucionalizando y normalizando, pasando incluso a ser parte de Gobiernos como en el caso de Austria, Países Bajos o Suiza, pero aquí esto no se había producido.

¿Por qué surge Vox en el contexto actual y no en otro? En primer lugar, cabe destacar que Vox era una formación que ya existía antes de su institucionalización en 2018. La primera vez que se presenta a unas elecciones es en las europeas del año 2014, en las que no obtuvieron representación. No obstante, es importante recordar esto porque ya por entonces había emprendedores políticos que veían en sus posicionamientos un nicho electoral o un espacio para crecer. Esto se da, evidentemente, en un contexto de quiebra de los partidos tradicionales.

A esto hay que solaparle elementos contextuales de carácter político pero también de tipo electoral. En cuanto a los primeros, Vox tiene un contexto que la ayuda a crecer, y éste viene dado por el auge del nacionalismo español y el centralismo tras la crisis constitucional vivida en Catalunya en octubre de 2017. Este es un elemento que genera una pulsión que es más común en el marco de la derecha que en de la izquierda.

Por otra parte, un segundo factor político a tener en cuanto es la debilidad del Partido Popular, que si nos fijamos coincide con el auge de Vox. Hay que considerar que el PP estaba en el Gobierno y mediante una moción de censura pasa a la oposición, lo que también daña en cierto modo su imagen. Además, pasa a hacerlo con un nuevo líder, más desnortado y con poca capacidad para ser una fórmula atrayente, porque evidentemente Ciudadanos se estaba comiendo en este entonces al PP. Vox presenta un modelo de crecimiento electoral que obtiene buenos resultados en aquellos lugares en los que el PP está débil en la actualidad habiendo tenido históricamente buenos resultados.

También favoreció a su auge el calendario electoral. Vox se institucionaliza en unas elecciones autonómicas, las andaluzas, marcadas además por el adelanto de los comicios. En estas elecciones el sistema electoral es más proporcional y, por lo tanto, lo pone más fácil para entrar al parlamento. Esto se junta a un PP débil y a un voto crítico con la izquierda, que estaba en el Gobierno.

Todos estos elementos conspiran para que Vox pueda tener representación en el Parlamento andaluz y que a partir de ahí se genere un efecto «luna de miel». También hay un factor adicional, y es que las sucesivas elecciones celebradas en el año 2019 provocan una rapidísima normalización de Vox. El bloque de la derecha, liderado por el PP, para poder alcanzar el Gobierno en aquellas comunidades autonómas en las que esto es posible, se ve obligado a llegar a acuerdos, a alianzas parlamentarias, en las que necesariamente Vox tiene que estar incluido.

Por lo tanto, en ningún momento la derecha tradicional española tiene el debate acerca de la conveniencia o no de un cordón sanitario, sino que rápidamente incorporan a esta formación ya que la necesitan para ganar poder, lo cual como venía explicando contribuye a la normalización de Vox dentro del panorama político español.

AD: La mayoría de partidos políticos, en muchas ocasiones, tienen graves problemas para aplicar su programa electoral. ¿Esto ocurre también en la extrema derecha o, por el contrario, son capaces de aplicar su programa en aquellas cuestiones más controvertidas?

La respuesta es que no lo sabemos, o más bien que no lo podemos saber. Es decir, depende mucho del contexto, no hay una respuesta única para esto.

En aquellos lugares en los que hegemoniza el espacio político desde el Gobierno siendo el socio senior de la coalición ha tendido a estabilizarse, y esto sí lo hemos visto en Polonia o Hungría. No obstante, en aquellos lugares en los que ha entrado como socio junior ha tendido ha salir peor parado, como en el caso de Austria o Países Bajos.

Esto puede tener mucho que ver con el hecho de que depende tanto de las carteras que ostente la extrema derecha si entra a Gobernar en coalición como los temas fundamentales que muevan la elección. Más allá de esto, sí que es verdad que cuando los partidos extremistas o antiestablishment entran al Gobierno como socio junior suelen sufrirlo más incluso que un socio junior ordinario, sobre todo si no son capaces de marcar un perfil propio, lo cual en ocasiones es difícil.

AD: ¿Cómo puede afectar al Partido Popular el auge de perfil outsider en sus filas, como el de Ayuso, los cuales recuerdan más al trumpismo que a la derecha europea tradicional?

PS: A mi juicio, Ayuso, a pesar de que se pueda comparar con otros líderes de otros países, es un producto muy propio del PP de Madrid. Esto, además, hace que sea un producto difícilmente exportable tanto a otros territorios como a un contexto estatal. El PP de Madrid siempre ha tenido dos características muy idiosincráticas: una es que siempre ha actuado como contrapoder frente al PP nacional, lo cual se ve desde los tiempos de Esperanza Aguirre.

Siempre se suelen dar conflictos con la dirección estatal, especialmente cuando esta está en la oposición, pero incluso estando en el Gobierno, como ocurrió durante el mandato de Mariano Rajoy. Por otro lado, la otra característica es que, en cuanto al bagaje ideológico del PP Madrid, es muy neocon. Es decir, es muy anarcoliberal en lo económico y muy conservador en lo social.

Esto es un elemento muy propio de este territorio pero que en otros lugares no ocurre de una forma tan clara. Esta es una diferencia fundamental, y es que el PP Madrid sí se mete de lleno en lo que se han denominado «guerras culturales», mientras que en otros lugares esta formación política trata de pasar más de puntillas sobre estas cuestiones.

El electorado de Ciudadanos pasa mayoritariamente al PP.

Creo que esos dos elementos que he comentado son muy propios de Madrid y difícilmente replicables. Además, vienen reforzados por una líder, además inesperada, porque todos, incluso sus compañeros, asumían que Ayuso iba a perder. Y perdió, pero pudo Gobernar, lo que le ayudó a crear un perfil propio muy visible, construido en base a la confrontación con el Gobierno de España, lo que se acrecentó durante la pandemia.

Entonces, como digo, es una fórmula difícilmente exportable a otros territorios por parte del PP, y que vemos que es exitosa para frenar el crecimiento de Vox como hemos visto en el caso de Madrid, donde Vox es relativamente débil en comparación a su fuerza relativa en relación al PP en otros territorios. No obstante, y a pesar de esto, es evidente que sitúa al PP más a la derecha de lo que quizá la interesa al PP nacional en términos de moderación para poder competir con el electorado socialista.

AD: En relación con esto último: ¿crees que la estrategia de extremización que pareciera que está siguiendo el PP es buena, o por el contrario les alejará del Gobierno del Estado?

PS: La cuestión clave aquí es que el crecimiento del PP que se observa a día de hoy no es porque estén mordiendo del electorado de Vox debido a su radicalización. Ahora mismo la frontera entre Vox y el PP está totalmente abierta, por lo que no hay una tendencia clara, los votantes se van moviendo.

Sin embargo, sí hay un flujo que es sostenido hacia el PP, además de manera prácticamente definitiva. Es el que proviene de Ciudadanos. El Partido Popular tiene una estrategia de dos tiempos ahora mismo: primero ignorar a Vox. Confrontar al Gobierno pero ignorando a su derecha. Saben que los necesitan para ahora mismo no son su objetivo prioritario.

Su objetivo, y esto es lo fundamental, es devorar a ciudadanos. El crecimiento que hemos visto del PP en las encuestas está muy vinculado con el efecto «luna de miel» que surge tras las elecciones madrileñas, en las que precisamente se produce una desbandada masiva de votantes de Ciudadanos hacia el Partido Popular, lo que señala un movimiento que estamos viendo ya en el conjunto de España, y es que el electorado de Ciudadanos pasa mayoritariamente al PP.

Evidentemente, aún con los mismos votos repartidos entre izquierda y derecha, que haya un partido relevante menos en uno de los bloques es un elemento fundamental.

AD: Respecto a la relación Partido Popular-Ciudadanos, ves posible la absorción completa de ciudadanos por parte del PP. ¿Cómo crees que será su relación a partir de ahora?

PS: Creo que el PP entró a comprar cargos tras la moción de censura de Murcia para aprovechar el último tirón de cuadros dirigentes que pudieran quedar en Ciudadanos y estoy convencido de que todavía hay alguno que quizá se pueda cambiar de partido en los próximos meses.

Pienso en perfiles como el de Juan Marín en Andalucía o Begoña Villacís en Madrid. No obstante, al Partido Popular no le interesa dejar hueco en sus listas a miembros de Ciudadanos porque el electorado ya está yendo hacia su partido, no hace falta atraerlo. Probablemente, la operación de rematar a Ciudadanos se dará tras las siguientes elecciones autonómicas y locales, ya que prácticamente no aguantará en ningún sitio. Eso puede terminar de fomentar la fuga de los votantes y cargos restantes.

AD: Una vez se haya acabado esta unificación hacia el centro que has comentado, ¿es posible que intente virar hacia la extrema derecha para robar votantes a Vox o no crees que esto sea una estrategia factible?

PS: Depende mucho del timing por una razón. No es lo mismo intentar esa operación desde la oposición que desde el Gobierno. No es lo mismo porque esta operación de la que estamos hablando se debería producir de cara a la siguiente legislatura. No obstante, si yo fuese del Partido Popular, tendría claro que me interesa meter a Vox en el Gobierno, debido a que, como he dicho antes, los socios junior suelen verse perjudicados en Gobiernos de Coalición. Yo daría ese regalo envenenado que creo que Vox aceptaría, y ya a partir de ahí ir desgastándoles poco a poco. Evidentemente, el destino no está escrito, pero yo creo que irían por ahí los tiros.

AD: También imagino que dependerá mucho de los ministerios que pida Vox…

PS: Claro, pero el PP también podría intentar otra estrategia, que es asumir la tesis del «cordón sanitario» para decirle al PSOE: «si no queréis que Gobierne con Vox, tendréis que favorecer que pueda Gobernar en solitario si soy el partido más votado».

Entonces, el PSOE, por motivos estratégicos, muy probablemente dirá que no, pero al mismo tiempo también diría que está muy mal gobernar con Vox, y todo a la vez no puede ser.

Como puedes imaginar, todo depende de la negociación y de la fuerza relativa con la que pudiera llegar a entrar Vox. No es lo mismo que Vox esté con 50 diputados que con 30 o 70. También hay que saber que probablemente Vox querrá tener las carteras vinculados a aquellos temas con los que tiene diferencias con el PP.

Un elemento diferencial entre la izquierda y la derecha en España es que la primera es más tangencial en las políticas que le interesan que la segunda. Es decir, a los partidos de izquierdas les interesan los mismos temas y las mismas políticas: trabajo, educación, igualdad… ala derecha no. A Ciudadanos le interesaban más los temas de regeneración, bussines friendly…etc.

No tenemos ninguna estrategia irrefutable o infalible, ni siquiera hay un acuerdo total acerca de si es preferible el «cordón sanitario» o entrar a combatirlos políticamente.

Bueno, pues el PP le podía dar eso y quedarse con las carteras de Estado (interior, hacienda…). En cuanto a Vox, lo que más le interesa son los temas vinculados con «guerras culturales», por simplificarlo mucho. Son temas en los que el PP no se quiere meter tan a fondo como Vox, como leyes de género, derechos LGTB, seguridad nacional e inmigración… El PP prefiere gestionar economía, industria…Este fenómeno de especialización sí que puede hacer que la negociación del reparto competencial sea más fácil.

AD: ¿Crees que la extrema derecha actual, de corte populista, es un fenómeno transitorio o, por el contrario, ha venido a quedarse?

PS: En principio van a estar mucho tiempo con nosotros. Ahora mismo tienen alrededor de un 15% de los votos de media en Europa y no tengo ninguna razón de fondo para pensar que no hay una demanda de estos partidos. En un contexto de globalización, deslocalización, inmigración, incertidumbre hacia el futuro… hay razones de fondo para pensar que estas formaciones pueden continuar, ya sea con mayor o menor fuerza. Suponemos que en un contexto de bonanza tendrán menos espacio para crecer pero que en las crisis lo volverán a hacer. Su voto puede ir oscilando pero han venido para quedarse, ya que hay causas estructurales que motivan este fenómeno. Además, la oferta también genera la demanda.

La otra concepción posible en este ámbito pasaría por considerar a la extrema derecha como una patología y que desaparecidas las causas que la desataron, desaparecería ella también. Yo creo que la extrema derecha es una señal de los cambios profundos que se están viviendo, y que van a estar con nosotros, por lo que de algún modo habrá que acostumbrarse a lidiar con esta familia política en las próximas décadas.

AD: Si no van a desaparecer, ¿se puede hacer algo para frenar a las fuerzas de extrema derecha?

PS: No tenemos ninguna estrategia irrefutable o infalible, ni siquiera hay un acuerdo total acerca de si es preferible el «cordón sanitario» o entrar a combatirlos políticamente. Hay que asumir que cada contexto es distinto y que en unos sitios funcionan unas fórmulas y que en otros lugares funcionarán otras.

El cordón sanitario, por ejemplo, ha funcionado muy bien en Alemania, pero no en Suecia. Como vemos, no hay consenso, porque esta receta no existe, existen las experiencias concretas y el aprendizaje de las mismas.

AD: Un fenómeno que no hemos comentado pero que también es importante para entender el auge de la extrema derecha son las fake news o los bulos, ¿cómo se pueden combatir?

PS: Yo plantearía la siguiente idea: la radio no la trajeron los nazis pero éstos sí que la usaron. Con este tema yo creo que ocurre algo parecido. Creo que las «fake news» son propias de la comunicación de nuestro tiempo en redes sociales y mensajería instantánea, y la extrema derecha lo sabe y lo utiliza. Como vemos, ambos fenómenos se relacionan, pero no son causales.

Respecto a cómo combatir esto, probablemente el mejor instrumento del que disponemos es la alfabetización digital, es decir, la educación. Yo estoy en contra de que sean las autoridades públicas las que establezcan qué información se puede consumir y cual no. Por otra parte, vemos que el impacto que tienen las fact-checkers a la hora de cambiar la opinión de alguien es muy reducida y que a la gente, por norma general, que la información sea falsa o verdadera le da un poco igual mientras confirme su prejuicio.

No obstante, la alfabetización digital sí podría ayudar a que las personas supieran si darle credibilidad o no a determinadas informaciones. Al igual que te comentaba que ocurrirá con la extrema derecha, las fake news también han venido para quedarse, por lo que tenemos que ver de qué forma podemos estar formados y preparados ante ellas.

AD: Finalizando ya la entrevista, querría conocer cuáles son tus proyectos de futuro. ¿Qué puede esperar la gente de Pablo Simón en el corto/ medio plazo?

PS: En primer lugar, lo que necesito es terminar de consolidarme en la carrera académica y ser trabajador funcionarial en la universidad. Más allá de eso, hay algunas cosas, pero como todavía están en pañales, no puedo avanzarlas. Eso sí, si surgiera algún formato divulgativo interesante, es posible que me apunte.

AD: Genial, pues muchas gracias Pablo, ha sido un placer,

PS: El placer es mío.

Puedes saber más de Pablo Simón siguiéndole en sus redes:

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Tomás Alfonso

Articulista. Activista por el derecho a la vivienda y los servicios públicos. Convencido de que la lucha contra la ultraderecha es condición de posibilidad para una democracia plena.

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